La Fama y la Madre que la Parió (VI)

A medida que los demás concursantes iban cayendo nuestro protagonista iba perdiendo popularidad. Para los medios generalistas ya no interesaba su opinión así que se tenía que contentar con bolos en televisiones locales y fugaces apariciones en discotecas.
"Medio año más y ya nadie se acordará de mí", pensaba. Y tenía razón porque una vez terminado el concurso ya solo se hablaba de los tres que habían llegado a la final, de su próxima actuación en el dichoso festival, de la gira de verano y de los discos con los que amenazaban torturar a la audiencia allá por navidades.
Cuando los focos dejaron le dejaron de buscar (ni siquiera le llamaron para las giras en comuna), Juan cayó en una depresión tan profunda que a punto estuvo de firmar un contrato publicitario con una conocida marca de productos antihemorroidales, contrato que no llegó a firmar porque un par de días antes recibió una más que interesante propuesta.
Se trataba de un grupo que trataba de abrirse paso en el mundo de la música y que buscaba cantante. Le invitaron a un ensayo donde pudo comprobar que no se trataban de unos simples aficionados ya que sonaban bastante bien. Así que no tardó mucho en decidirse y se pusieron manos a la obra. Aprovechándose del último rescoldo de fama que aún le quedaba logró que una discográfica les publicara un álbum y ese fue el pistoletazo de salida a una nueva etapa en su carrera.
Con su cara aniñada como bandera y con unos buenos instrumentistas detrás el grupo no tardó en darse a conocer al gran público, sus letras simplonas y un pop-rock cálido eran garantía de éxito. Su primer disco se estaba vendiendo bastante bien y la posterior gira fue apoteósica. En escaso tiempo habían llegado a la cima.
Los problemas empezaron con el segundo disco, el guitarrista, compositor único y auténtico alma mater del grupo decidió endurecer un poco el sonido de la banda ya que el que tenían hasta el momento le parecía un poco light. Juan protestó pero fue derrotado democráticamente.
Con unas guitarras más potentes en algunos temas la cálida voz de Juan apenas se percibía, circunstancia que aprovechó el guitarra para atreverse con el micrófono, pues su aguardentosa voz no sucumbía con tanta facilidad a la contundencia de los instrumentos. Primero fueron unos coros, luego alguna canción a medias entre los dos, después alguna que otra canción entera y así sucesivamente.